Casa Mocolí intenta ser una escultura que cautiva por su línea purista, reflexión y silencio; el encuentro con uno mismo y crear recorridos atrapantes son ejes principales en la búsqueda de generar una nueva conexión entre lo natural y el espacio a habitar logrando en su interior diversos matices de luz cenital, donde la naturaleza es protagonista y queda enmarcada por la misma arquitectura, que en sus espacios más íntimos consigue una conexión espiritual escapando de la tensión del día a día.
La implantación se basa en el estudio de orientación del proyecto; y, se siente como un deber fundamental de los arquitectos, lograr espacios íntimos y de confort, protegidos de la incidencia directa del sol mediante el uso de la doble fachada ciega.
Además, el concepto parte de entender dos condiciones fundamentales del proyecto; la de los propietarios que comprendían que su casa debe ser un espacio de privacidad, lucidez, y armonía; y la del contexto urbano siendo ésta una de muchas urbanizaciones en la ciudad, limitada por cerramientos altos y una línea arquitectónica predominante.
Al estar frente al proyecto, un conjunto de elementos naturales invita al usuario a preguntarse como es su interior, la obra te conduce por lo que parece un oscuro ingreso principal en forma de cueva, descubriendo una doble altura que es generada por el muro ciego de hormigón visto, que te atrapa creando un cuadro artístico natural.
Una vez dentro de la casa, el espacio se transforma y la luz te recibe mientras se avanza por un área en principio reducida, pero empieza a ampliarse a medida que se recorre el pasillo hasta llegar al área social, que inmediatamente dirige la mirada a la escalera como una escultura ubicada en un espacio a doble altura que posa flotante e invita a continuar el recorrido hasta el primer piso y descubrir una galería propia del cliente.
La galería es un pasillo bañado de iluminación natural que conecta los dormitorios de los chicos, los cuales están ubicados de forma consecutiva, con la finalidad de que cada uno cuente con un espacio de iguales privilegios y sea tomado como un lienzo en blanco que permita apropiarse de los ambientes según el gusto de quien lo habite.
En el interior de los dormitorios la luz natural se hace presente filtrándose por las celosías de teca generando sombras cambiantes; las cuales, si se desea pueden abrirse hacia el exterior o cerrarse y contar con la protección adecuada mientras mantiene el confort gracias a su continua ventilación.
El dormitorio principal completa el recorrido en planta alta, el cual destaca por crear un patio interior que genera nexos hacia lo natural, una vez más enmarcado por la misma arquitectura, concibiendo así un lugar de silencio y meditación personal que te conduce a un estado de relajación y serenidad, que deja a un lado el estrés de un día pesado, mientras la doble fachada te envuelve y cumple su función protectora de la incidencia solar directa y las distracciones del exterior.
Esta obra arquitectónica no se expone hacia las casas aledañas, se analiza internamente e integra materiales como: la madera, el hormigón y el color blanco, para exhibir su pureza y sobre todo que pueda trascender a través del tiempo sin perder su esencia.